Pasaba por ahí todas las mañanas, con las manos nerviosas, ocultas en los bolsiillos de su abirgo raído.La observaba mientras le enviaba imágenes alegres,celos,sufrimientos.
Concentrábase en ese aire altanero, en esa distancia suya, en sus ojos perdidos a lo lejos.Nunca pudo desalentarlo su indiferencia, tampoco esa distincion tan lejanaa a su propia miseria.
En ocasiones ella sentía la calidez de su mirada, quizas hasta alguna vez quiso responderle, sonreirle o derramar una lágrima.Pero hay tantas ,tantas cosas prohibidas para un maniquí encerrado en su vitrina.
Pero él sobrevivió todo ese tiempo gracias a ello.
Diego Muñoz Valenzuela
jueves, 18 de diciembre de 2008
jueves, 18 de septiembre de 2008
The Pursuit of Happiness
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